Ajedrez Pedagógico en la escuela

Quien juega al ajedrez con asiduidad sabe la influencia que tiene en la mayoría de los aspectos relacionados con las operaciones mentales, pero su función educativa sólo fue intuida hacia el final del siglo pasado y confirmada en las décadas siguientes (Frank D’Hondt, 1979; Christiaen, Verhofstadt-Deneve, 1981; Horgan, Morgan, 1990), cuando se demostró que su práctica desarrolla diferentes habilidades, memorias, y los procesos de pensamiento en toda su gama de facetas (intuiciones y deducciones, abstracciones, el uso de las lenguas y diferentes inteligencias) sobre todo la no verbal.

Por otra parte, se reconoció que, al igual que otros juegos (Damas, Backgammon, muchos juegos de cartas y de mesa), el ajedrez da vida a una partida entre dos jugadores que plantean una competición cognitiva, y una actividad claramente dialéctica, es decir: los jugadores de ajedrez no pueden razonar de manera independiente, ya que tienen que pensar cada uno en los pensamientos del otro, en una situación que la que se ven obligados a asumir una posición meta-cognitiva bien definida. Estas características contribuyen a hacer del ajedrez una actividad deportiva donde los jóvenes jugadores pueden expresar su propia agresividad dentro de un marco con normas y límites bien definidos.

Por otra parte, por su dimensión de socialización, el ajedrez estimula la integración social. Por estos aspectos, la introducción en la escuela de un programa que tenga como tema el ajedrez, puede ser una contribución a la prevención del bullying, sin que, por supuesto, represente la única solución de este fenómeno.

El ajedrez: pensar antes de mover.

Los resultados escolares señalan, cada vez con más frecuencia, déficits generalizados en la capacidad de atención y la concentración. Se hacen cada vez más cosas y siempre más deprisa. Pensar antes de mover, es una necesidad que caracteriza al juego del ajedrez, que en el entorno actual se ha convertido en un gesto inusual.
El ajedrez, el deporte por excelencia de la mente, es al mismo tiempo un juego, una ciencia, un arte y un lenguaje universal capaz de unir al mundo y las generaciones, pero aún se puede hacer mucho más. La introducción de la práctica del juego de ajedrez en la escuela puede ayudar a hacer frente a los problemas nombrados, ya que permite:

– educar en base a unas reglas y al sentido social y de comunidad;
– estimular el pensamiento y la libertad de expresión responsable, como un valor en sí mismo, más allá de las habilidades de ajedrez adquiridas;
– educar el gusto por el esfuerzo mental;
– promover el respeto por los demás, acostumbrarse a aceptar y hacer frente a los problemas cotidianos;
– fomentar las relaciones entre semejantes en el grupo, para la socialización y el enriquecimiento personal;
– aumentar el sentido crítico y auto-crítico (evaluación y auto-evaluación simbólica);
– desarrollar gradualmente la capacidad de análisis, evaluación, síntesis y organización de actividades e intereses personales.
– crear una continuidad educativa y el valor de la escuela-familia (padres, abuelos, hermanos, parientes);
-favorecer la integración de discapacitados y de las distintas étnias.

Objetivos didácticos generales:

El desarrollo mental

– abordar y resolver situaciones problemáticas y la toma de decisiones;
– desarrollar el pensamiento lógico, razonamiento y abstracción;
– desarrollar la capacidad de análisis, síntesis,profundización;
– fortalecer la memoria en general, la memoria visual en particular y, a continuación, en particular la atención;
– desarrollar la creatividad, la imaginación;
– favorecer, con el desarrollo del lenguaje ajedrecístico, las habilidades y capacidades de argumentación;
– Estimular el pensamiento formal-organizado.

Formación del carácter

– Mejorar la capacidad de reflexión; desarrollar el ejercicio de la paciencia;
– controlar la impulsividad, la emotividad, la aproximación, la superficialidad y la presunción;
– alentar la formación de una conciencia autocrítica;
– estimular la confianza en sí mismo, autocontrol, habilidades de toma de decisiones, un sentido de responsabilidad y la maduración en general;
– estimular y desarrollar el espíritu de iniciativa; 7
– Fomentar la autoevaluación, la autorregulación de las emociones;
– desarrollar una evaluación equilibrada de su propio comportamiento y personalidad.

FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA SOCIAL

– respetar las reglas y la corrección;
– respetar al adversario;
– fomentar y desarrollar una competencia leal;
– dirigir su propia agresividad en el juego;
– aceptar la derrota y adaptarse a la realidad;

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